El arte juega un papel más importante de lo que creemos en la educación de los niños. Además de estimular el aprendizaje de otras materias, como la lectura o las matemáticas, pintar, dibujar o modelar son actividades imprescindibles para el desarrollo de la percepción, la motricidad fina o la interacción social.
Pintar, dibujar, tocar un instrumento musical, modelar, cantar... son actividades básicas para el desarrollo biológico, educativo y emocional de los niños. Pero son, además, una necesidad espiritual. A través de ellas aprenden a explorar el medio que los rodea, adquieren conciencia de sí mismos y de los demás. Su contribución se puede agrupar en las siguientes áreas:
· Desarrollo personal: las actividades artísticas proporcionan oportunidades para expresar la propia creatividad, para descubrirse uno mismo; potencian la autoestima y el concepto de uno mismo. Cada obra de arte genera en el niño que la crea el sentimiento de haber alcanzado un logro.
· Desarrollo social: se potencia a medida que el niño aprende a cooperar en un trabajo artístico realizado en grupo. Los niños son conscientes de su contribución personal al trabajo colectivo y adquieren, además, el sentimiento de pertenecer a un grupo.
· Desarrollo físico: los músculos más pequeños, la coordinación mano-ojo, la lateralidad y el sentido del ritmo se desarrollan gracias a las diversas formas de expresión artística.
· Desarrollo del lenguaje: el arte es una forma de expresión que no se basa en la habilidad verbal, sin embargo, el lenguaje y el vocabulario infantil experimentan un enorme desarrollo a medida que los niños hablan de sus trabajos. Además, el dibujo contribuye al desarrollo de la escritura en los más pequeños.
· Desarrollo cognitivo: los beneficios del arte se dejan notar especialmente en áreas como la representación simbólica, la relación espacial, números y cantidades, orden, series, clasificaciones, etc.